
El Ministerio del Ambiente define como residuo sólido a “aquella sustancia, producto o subproducto en estado sólido o semisólido que ya no necesitamos pero que algunas veces pueden ser aprovechados”. De acuerdo a la Ley General de Residuos Sólidos (Ley n°27314), los residuos sólidos tienen tres tipos de clasificación:
a) según su origen, residuo domiciliario, comercial, de limpieza, industrial, de construcción, agropecuario y de actividades especiales.
b) según su gestión, residuo de ámbito municipal y residuo de ámbito no municipal.
c) según su peligrosidad, residuos peligrosos y residuos no peligrosos.
Hoy resaltaremos el manejo de los residuos domiciliarios, aquellos que son generados por actividades domésticas; como por ejemplo, restos de alimentos, papeles, botellas, latas, cartón, etc. Pero, ¿Qué significa el manejo de residuos sólidos? Consiste en gestionar el residuo desde su generación hasta su disposición final, entonces ¿Cómo gestionar el residuo en nuestras casas? Es muy sencillo, debemos seguir tres pasos:
1. Minimización, el objetivo es reducir al mínimo posible el volumen y peligrosidad de un residuo. En pocas palabras, poner en práctica las 3R: REDUCIR, REUSAR Y RECICLAR.
– Reducir: consiste en disminuir el volumen de los residuos generados; es decir, disminuir el consumo.
– Reusar, consiste en darle un nuevo uso a los residuos.
– Reciclar, consiste en reaprovechar el residuo mediante un proceso de transformación.
2. Segregación, el objetivo es agrupar los residuos por afinidad y separar los aprovechables de los no aprovechables. Para ello es muy importante tener en cuenta el código de colores. La Norma Técnica Peruana (NTP 900.058), indica disponer los desechos metálicos en un contenedor amarillo; materiales de vidrio, verde; papel y cartón, azul; plástico, blanco; orgánicos, marrón; generales, negro; y peligrosos, rojo. Estos dos últimos son residuos no aprovechables a diferencia de los anteriores.
3. Almacenamiento y/o recolección, el objetivo es acumular temporalmente los residuos en su contenedor respectivo hasta que sean llevados por el recolector municipal para continuar con su manejo de forma segura. Por último, se debe entender por residuo orgánico, a aquellos que se descomponen fácilmente en el ambiente y que son fuente de atracción y proliferación de insectos y roedores, tenemos entre ellos, desperdicios de comida, cáscaras de frutas y verduras. Mientras que un residuo no orgánico, es aquel que requiere mucho tiempo para degradarse naturalmente; por ejemplo, cartón, papel, botellas de vidrio, plástico.